Pues sí que me ocurren cosas curiosas. Como aquella de quemar un billete de 50 euros cocinando, o la vecina que en vez de pedirme azúcar me pidió un kilo de arena de Cádiz. Pero hoy ha sido paranormal. Para empezar afirmo que Zaragoza no tiene playa. Por culpa de los catalanes, que no se echan pallá. Más bien culpa de los españoles, que no les damos la independencia y nos no echamos pacá, no culpemos siempre al prójimo. Pues aún sin playa me ha llegado un mensaje en una botella. Adjunto foto y prometo que no miento. Tengo de testigo al cartero, que supongo sabe nadar y además debe ser un pasota porque no le ha dado mucha importancia. Una leve sonrisa y un poco de sarcasmo anodino, más que la sonrisilla. Le he dado las gracias, una toalla y me he dispuesto a sacar del vidrio lo que contenía. Me ha costado una barbaridad, al borde de romperla contra la pared y así inaugurar mi casa como al Titanic. Que, por cierto, tengo una arqueta atascada y el agua empieza a subir por las paredes, espero no vuelque el chalet. Eso ya lo contaré, que tiene su cosa cuando vino un desatascador híbrido entre Pablo Alborán y el Pablo Iglesias. ¡Qué guapo y qué pelazo!… Al grano, tú. Dentro, por fin, una carta y una pulsera. Qué pulsera ni leches. Según la carta es un “emisor acústico de ondas de interferencia psíquica especialmente diseñado para PFA”, yo. (Mirar detalle en la foto). Me manda instrucciones de uso. Sobre todo usar cuando toque el cajón flamenco, me conoce fijo. Aquí estoy practicando.
El mensaje aún lo estoy descifrando. No sé si es amistad o amor. Porque esto del amor ahora es distinto, no se equivoquen. Ahora cuando te dicen que te quieren es para un rato (se admiten todo tipo de pensamientos), que el tiempo pasa volando, o nadando en este caso. Eso sí, es precioso dure lo que dure. Ahora sin pensar, por favor.
Te quiero decir algo, amigo. Porque supongo que es un hombre, o me hace más ilusión, no sé. Cada uno imagina lo que quiere, ¿no? La próxima vez no me importaría que viniera llena de manzanilla de Sanlucar de Barrameda, es una idea. Aún así me ha encantado y me siento como una princesa. Qué princesa, me siento como Catherine en aquella película de Mensaje en una botella, aunque no seas Kevin Costner. Que eso sí que lo sé. Gracias, mil gracias.

Pd. Espero que tengas Facebook.