Hoy tiré tus preámbulos por el suelo. Esos que manejas creando mi impaciencia. Mi piel no era hoy un atlas por explorar, tampoco un diccionario lleno de palabras por leer ni pedía esa letanía de besos. No necesitaba música, ni velas, ni tus susurros al oído. No hacían falta tus manos para modelarme. Sin esperas. Hoy.
Sin preámbulos.