Publicado en XYZ

Por fin se acabaron, Don Antonio. Ya no hay dos Españas, que no. ¡Qué alegría! Objetivo conseguido. Mi tono irónico es confuso hasta para mí. Años y años intentando los distintos gobiernos satisfacer a los dos bandos con leyes de la “memoria”, repasos a la historia, artículos constitucionales, decretos, decretazos, reformas legales… Y ahora sí que se acabaron las dos partes. ¡Somos diecisiete! Ah, y Ceuta y Melilla. ¿Qué escribiría hoy Machado al españolito? Nunca lo sabremos. ¿Y Ortega y Gaset? (que tampoco son ya dos). Chiste fácil. El esfuerzo político por acabar con las dos Españas parece que ha dado sus frutos. Ahí lo tienen, ¡diecisiete! ¿Qué hacen?

Mi estimado profesor Pérez Royo, por qué me explicó usted la Constitución de esa manera tan rara. No me cuadra. La primera fuente del Derecho, aquella que debe respetar hasta la costumbre, la que votaron todos aquel día de gloria en manadas que recuerdo, debido a mi aún infantil y colegial edad, como el canto de “venid y vamos todos con flores a María”. No olvido esa imagen. Estudié más tarde la de 1812, La Pepa pa los amigos, y de allí pasé a observar los 169 artículos de la de 1978. Hoy sólo leemos el art. 155 de la Ce, que había que ponerlo. Allí estaban todos sus preceptos, inamovibles, bien refrendados y firmados. Aquellas reseñas a los libros de Sánchez Albornoz eran inscripciones en mármol, intachables. ¿Por qué desmembrar un país si la unión hace la fuerza y se respeta la tierra que cada uno pisa? Qué interés económico existe tan grande como para conseguir que unas regiones se enfrenten a otras y encima nos dejemos. Observo algo curioso en los últimos tiempos. Las personas se manifiestan en defensa de sus costumbres, raíces, pensamientos, idiosincrasias… Hasta un movimiento en defensa de las sevillanas en nuestra ciudad, si ésto lo viera el Pali entonces sí que haría “un río nuevo con lágrimas de sus ojos “.

Aquello de cuando las barbas de tu vecino veas pelar. Y esto altera el alma y las ganas de emprenderla contra los vecinos. Reivindicaciones a gritos de las cosas más nuestras y naturales sin que yo entienda la necesidad de ello. Políticos que atacan donde más duele y hacen saltar chispas por donde pisan.
Ahora pisan la Constitución, La Nicolasa podría llamarse. Pero se quedó en La Bernarda pa los amigos.